Tumbado en el lecho, a la luz de una lámpara taciturna, envuelto en el llanto del niño que he sido, una canción viene a mecer esta cuna, cuna de llanto, de pena y olvido.
Horas calmadas de mares perdidos, se escucha el eco del palpitar de un corazón que se sabe herido, sin más vida que la que grita su agonía, sin más temblor que el de sus ruinas en caída.
Este perfil es tierra sin árboles y llana, a veces pantanosa, situada generalmente entre montañas, del Mann in der Ebene.
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